El gobierno laborista encabezado por Keir Starmer intenta demostrar su capacidad para frenar las violentas manifestaciones, mientras la quinta jornada de disturbios se convirtió en la más grave de los últimos 13 años en Inglaterra.
Las protestas estallaron tras la difusión de rumores en las redes sociales, propagados por influencers de extrema derecha, acerca de la nacionalidad y religión del presunto agresor que asesinó a tres niñas en la ciudad de Southport, en el noroeste del país.
“Les aseguro que se arrepentirán de haber participado en este desorden”, declaró el primer ministro Starmer en una breve rueda de prensa en Londres, al añadir que su gobierno hará “todo lo necesario para llevar a estos matones ante la justicia”.
Manifestantes antinmigración con máscaras rompieron varias ventanas de un hotel empleado para acoger a solicitantes de asilo en Rotherham, en el norte de Inglaterra. Se desconoce si había solicitantes de asilo.
El país no había visto un estallido de violencia similar desde 2011, tras la muerte de un joven asesinado por la policía en el norte de Londres, destacan los medios británicos.