“Huyeron” de París temiendo que los Juegos Olímpicos sumieran la capital en el caos, pero muchos parisinos, otrora escépticos, regresan ahora para sumarse a la fiesta popular.
Es el caso de Colombe de Lambert y Victoire Allard. Una semana después del inicio de los Juegos, estas dos amigas deciden ir a una zona de aficionados ante el Ayuntamiento de París para apoyar a los atletas.
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Estas dos estudiantes de 20 años se habían marchado de vacaciones en familia a inicios de julio, una al sur y la otra al noreste de Francia, pero el ambiente que vieron de París en las redes sociales las convenció para volver.
“Sin remordimientos”, asegura Allard. “El acceso es incluso más fácil que antes de los Juegos. Antes de la ceremonia (de apertura el 26 de julio), todo estaba cerrado”, asegura la joven, que hasta hace unos días temía “atentados”.
Yaëlle Augereau, una profesora parisina de 53 años, acaba de regresar de su segunda residencia a orillas del océano y está casi sorprendida de encontrarse en la “fanzone”: “Con todo el entusiasmo, el ambiente, una se deja llevar”.
La mujer no había previsto “para nada” seguir los Juegos, pero se sorprendió “yendo a un café” para apoyar al nuevo ídolo francés, el nadador Léon Marchand, que encadena las medallas de oro en París 2024.
A esta madre de familia le gusta el ambiente “festivo y cordial”, el transporte que funciona sin problemas… “Todo es lindo, no es el caos”, asegura mientras la multitud aplaude al judoca francés Teddy Riner, en la gran pantalla.
El número de parisinos convertidos a los Juegos Olímpicos es difícil de calcular, máxime cuando el número de usuarios en el transporte público registra niveles similares a los de 2023: 500 mil diarios, según la autoridad regional IdFM.
Pero la tendencia es tal que tendrá un “efecto dominó” en la venta de billetes de los Juegos Paralímpicos, previstos del 28 de agosto al 8 de septiembre, avanza Pierre Rabadan, concejal parisino de Juegos Olímpicos.
“Melancolía”
“Nos enfrentamos a mucha desconfianza”, pero “el éxito es total”, se felicita Rabadan, quien asegura que recibe “decenas de mensajes al día de gente que era escéptica” y que “decía: ‘No voy a quedarme’”.
Ahora “desean anular sus vacaciones para quedarse en París, sorprendidos por el entusiasmo y el ambiente creado con los Juegos en el corazón de la ciudad, lo más cerca de los edificios patrimoniales y de la historia parisina”, asegura.
Evelyne Cuq se piensa si regresar a París. Desde la costa atlántica francesa, asegura que “lamenta” haberse marchado a Sables d’Olonne para huir de Saint-Ouen, donde vive, muy cerca de la Villa Olímpica.
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En esa localidad costera del oeste de Francia, “no hay pantalla gigante, nada”, lamenta la mujer de 76 años, que tenía invitaciones para pruebas olímpicas, pero temía “el problema de los transportes”, entre otros.
“Me escapé de París para huir del metro y al final tengo la impresión de que todo es idílico”, agrega Benjamin K., un funcionario de 37 años desde el sur de Francia. “Al final, me puede la melancolía”, confiesa.
Pese a la “pequeña punzada” en el corazón, Benjamin K. bromea: “¡Quizá es tan lindo porque los parisinos no están allí!”.
EAM