Pese a los tiempos violentos que viven actualmente los pueblos indígenas en el estado de Chiapas, azotado por grupos delincuenciales, cientos de hombres y mujeres mayas tzotziles llevaron a cabo este Viernes Santo un viacrucis para pedir por la paz en la región, el fin de la violencia y por los desplazamientos forzados.
“Este viacrucis significa mucho para nosotros, es como unir nuestros sufrimientos con la Pasión de Cristo, el sufrimiento de Cristo y lo vemos en nuestros templos aquí en los Altos de Chiapas”, dijo el párroco de la iglesia de San Pablo Chalchihuitán, José Elías Hernández.
El religioso aceptó que Chiapas “está pasando un momento de dolor, de sufrimiento, pero tenemos la esperanza de la resurrección que no todo va a quedar en la muerte, el dolor, sino que estamos viviendo con esta esperanza” de que las cosas cambien.
Explicó que además de la violencia, “una cruz en este pueblo es el alcoholismo y drogadicción, ha sufrido mucho nuestro pueblo en Chalchihuitán la pobreza y el alcoholismo se suma a este rezago, a está pobreza, entonces es una cruz muy grande”.
Los fieles católicos se congregaron en la iglesia de San Pablo de Chalchihuitán, a unos 100 kilómetros de la capital, Tuxtla Gutiérrez, y ataviados con su trajes típicos cumplieron una peregrinación en los 14 puntos sagrados de los pobladores mayas, donde representaron la Pasión de Cristo.
A decir de los evangelizadores, esta representación, que data desde el siglo XVI entre los pueblos indígenas, se une a nuevas tradiciones, todo en medio de la fe y devoción por Cristo, esto a pesar de que otras religiones se han manifestado en la región.
Al viacrucis se unieron las autoridades tradicionales religiosas, sacerdotes, fieles católicos, mayoles (policías), y los santos barones (sacristanes). Cada uno ejecuta una acción para emprender los rituales de la Semana Santa que se prepara con dos meses de anticipación.
Este Viernes Santo los Mayoles “sacaron” de la cárcel y cargan la imagen de madera de Cristo vestido con el traje tradicional que distingue a los mayas tzotziles de Chalchiuitán y comienzan el recorrido en compañía de los fieles católicos, bajo un intenso sol.
Luego de recorrer las 14 estaciones y representar las tres caídas del viacrucis, nuevamente la imagen de Cristo regresa a la iglesia donde se llevó acabo una misa y dan las siete palabras, para luego depositar la imagen en una tumba, un nicho de flores que es custodiado por niños llamados Ángeles, hasta la resurrección.
Para Margarita Hernández Vásquez, católica creyente de Chalchihuitán, este un mensaje que dejó Jesús.
“Es un mensaje (…) les dijo a las mujeres, no lloren por mí, lloren por ustedes, lloren por sus hijos, a mucha gente no le importa Jesús, muchos no creen, pero para mí es consuelo”, dijo la mujer en entrevista.
“Si alguien viene a decir no llores, levántate, es un consuelo para mí, necesitamos ayuda, necesitamos nos ayuden, hay muchas necesidades”, agregó la mujer habitante de Chalchiuitán.
Los tzotziles de Chalchiután culminan la Semana Santa con una vigilia, esperando la resurrección de Cristo que dura hasta los primeros minutos del sábado de gloria, donde prenden fuego y encienden un sirio en espera de este momento.
Con información de EFE
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