Por: Claudia Iglesias
Jennifer, una recepcionista en una empresa con presencia nacional, sufre violencia psicológica desde hace tres años, el mismo tiempo que ha vivido con su esposo.
“Él sí logró entrar a trabajar de lo que estudió, y no deja de echarme en cara que mi trabajo no es tan bueno y que no gano lo mismo que él, que no aportó lo mismo que él, y eso para mí es una forma de humillarme”, narra Jennifer (quien pidió cambiar su nombre para este texto) a 24 HORAS.
En México, el tipo de violencia más recurrente que experimentan las mujeres es la psicológica, de acuerdo a datos de la última Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh), realizada en 2021 por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
En la encuesta, que abarca de octubre de 2020 a octubre de 2021, 70.1% de mujeres mexicanas mayores de 15 años reportaron haber sufrido al menos un incidente de violencia a lo largo de su vida, encabezada por la psicológica (51.6 %), seguida muy de cerca por la sexual (49.7 %), la física (34.7 %) y la violencia económica y/o patrimonial (27.4%).
Sobre la violencia psicológica, “algunos ejemplos pueden ser el abandono, celotipia, insultos, humillaciones, devaluación, indiferencia, amenazas, rechazo, aislamiento, entre muchas otras”, destaca la doctora Carolina Armenta, coordinadora del Doctorado en Investigación Psicológica de la Universidad Iberoamericana, en su artículo 25N: acciones ante la violencia psicológica, publicado en noviembre de 2022.
“Esto puede desencadenar que la persona desarrolle trastornos de salud mental como depresión o ansiedad, devaluación de la autoestima e incluso suicidio”, señala en su texto.
En relación a la violencia física, la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAMVLV) la define como “cualquier acto que inflige daño no accidental, usando la fuerza física o algún tipo de arma u objeto que pueda provocar o no lesiones ya sean internas, externa o ambas”.
La ONU Mujeres ejemplifica este tipo de violencia con acciones como “causar o intentar causar daño a una pareja golpeándola, propinándole patadas, quemándola, agarrándola, pellizcándola, empujándola, dándole bofetadas, tirándole del cabello, mordiéndole, denegándole atención médica u obligándola a consumir alcohol o drogas, así como empleando cualquier otro tipo de fuerza física contra ella”.
Destacando que también puede incluir daños a la propiedad de la víctima.
Mientras que, de acuerdo a la (LGAMVLV), la violencia económica se trata de “toda acción u omisión del agresor que afecta la supervivencia económica de la víctima. Se manifiesta a través de limitaciones encaminadas a controlar el ingreso de sus percepciones económicas, así como la percepción de un salario menor por igual trabajo, dentro de un mismo centro laboral”.
Jennifer, quien aún no ha buscado ayuda psicológica, ha pensado seriamente en el divorcio como una forma de escapar de la violencia que vive, pues aunque no ha sufrido abuso físico por parte de su esposo, siente que este podría escalar.
“Es que hay veces que en nuestras peleas nos hacemos de palabras, perdemos el control de lo que decimos cada quien, nos herimos mutuamente, y me da miedo de que pueda escalar a algo físico y pues yo no tengo la misma fuerza que él”, aseguró.
Junto con la violencia psicológica, también asegura que la económica está presente en su vida.
“Porque siempre dice que yo gano menos que él, y sí, es cierto, pero tampoco hemos tenido las mismas oportunidades, y me esfuerzo más haciendo el quehacer en la casa, así que siento que se compensa, porque también es trabajo”, sentenció.
FRASE
“Él sí logró entrar a trabajar de lo que estudió, y no deja de echarme en cara que mi trabajo no es tan bueno y que no gano lo mismo que él, que no aportó lo mismo que él, y eso para mí es una forma de humillarme”
Jennifer
Víctima de violencia psicológica
LEG
Con información de 24 Horas