EL INAH RECUPERA UNA VASIJA MAYA COMPLETA DE UNA CUEVA DE PLAYA DEL CARMEN, QUINTANA ROO.

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Se trata de una vasija tipo chocolatera de 13 cm de altura, que se ha fechado hacia

el periodo Preclásico Tardío (300 a.C.-250 d.C.)

El hallazgo fue notificado por el proyecto Cenotes Urbanos en Playa del Carmen,

dada la ubicación de la cueva en el área verde de un predio privado

Solidaridad, Q. Roo. – La Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del

Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), informa que especialistas

adscritos al Centro INAH Quintana Roo concretaron en días pasados la recuperación

de una vasija maya tipo chocolatera al interior de una cueva ubicada en la zona

urbana de Playa del Carmen.

De acuerdo con los arqueólogos José Antonio Reyes Solís y Enrique Terrones

González, adscritos al Centro INAH Quintana Roo, fue a partir de un informe

presentado al instituto por el encargado del proyecto Cenotes Urbanos en Playa del

Carmen, biólogo Roberto Rojo García, que se acordó realizar una visita a la cueva

mencionada, misma que se sitúa en un terreno propiedad de una asociación

religiosa.

La formación natural, actualmente localizada en un área verde y que por

asociación al predio se ha denominado Cueva de la Cruz, ya había sido mapeada

por espeleólogos del citado proyecto, quienes compartieron con los arqueólogos

los planos de la misma.

Así, explica Antonio Reyes, se ubicó al bien patrimonial cerca de la pared

oriente de la cueva, sumergido parcialmente en un sedimento suave, ya que en la

cueva existe un espejo de agua que tiende a llenarse en temporada de lluvias.

La vasija, agrega el jefe de Resguardo de Bienes Culturales del Centro INAH

Quintana Roo, se halló completa y con su boca orientada al norte, aunque se infiere

que su posición no era original debido a posibles movimientos causados por

cambios de nivel en el cuerpo de agua, o bien, debido a la acción de la fauna.

Una vez hecho el registro fotográfico in situ y reunida la información

planimétrica de la pieza, esta se retiró en un meticuloso proceso, que incluso implicó formar una cadena humana para extraerla sin daño, ya que la pequeña

covacha donde yacía solo permitía el paso de una persona.

Al retirarla de su contexto, se revisó el área circundante para tratar de localizar

algún elemento asociado; sin embargo, el espacio que ocupaba fue

inmediatamente anegado por agua que se filtró desde el suelo, misma que impidió

revisiones a detalle en tan reducido entorno.

Tras estas acciones, el elemento fue trasladado a la bodega de colecciones del

Museo Maya de Cancún, en donde los arqueólogos pudieron ahondar sus

inspecciones y definir que la vasija mide 13 cm de altura por 16 cm de diámetro en

su cuerpo y 17 cm de diámetro en su boca.

Aunque carece de un asa puente-vertedera, ha sido asociada con las vasijas

de tipo chocolateras, producciones cerámicas que se asocian al periodo Preclásico

Tardío (300 a.C.-250 d.C.), de allí que se vuelve relevante para el estudio de los

grupos tempranos que poblaron esta región del actual Quintana Roo.

“Presenta una coloración rojiza en su exterior y un engobe negro por el

interior, el cual se encuentra parcialmente cubierto por carbonatos de calcio, algo

característico de los materiales recuperados en cuevas. Asimismo, observamos que

su decorado parece brindar una imagen fitomorfa, similar a una calabaza”, abunda

el arqueólogo Antonio Reyes.

Estas recuperaciones, subraya el director del Centro INAH Quintana Roo,

Margarito Molina Rendón, permiten obtener valiosa información científica, pues en

lo que respecta a su contenido arqueológico, detallan rasgos de estilo, técnica,

procedencia, intercambio comercial y temporalidad, por citar algunos.

Asimismo, desde una perspectiva antropológica, son testigos de identidades

y territorialidades, de saberes alfareros generacionales, de usos cotidianos, prácticas

rituales, mitos y, en lo general, de evolución cultural.

“Por tanto, recuperar en su contexto cualquier bien patrimonial, desde un

tepalcate hasta una vasija completa, es de gran importancia para el INAH”, concluye

el antropólogo Molina.

Con base en el dictamen del instituto, será prioritario volver a la Cueva de la

Cruz en época de estiaje y considerar una exploración sistemática, tanto en su parte

seca como en sus cuerpos de agua, a fin de verificar la posible presencia de otros

materiales arqueológicos.

En coordinación con el proyecto Cenotes Urbanos en Playa del Carmen y la

asociación religiosa, se reforzarán las gestiones y la concientización del personal del

predio, a fin de evitar el acceso no autorizado a la formación geológica.

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